La Hermana Jeannette Filthaut regresó a la Casa Madre de la Providencia este otoño después de muchos años de ministerio en el oeste de Canadá. Ella escribió sobre sus experiencias en un estilo poético.
Por Jeannette Filthaut, SP
Dieciséis años en casa en el oeste (2003-2019)
¡Estos días fueron algunos de los mejores desafíos!
Nueve años después del liderazgo: un año sabático creativo en Salt Spring Island
Con caminatas, cestería, pintura, Tai Chi – Island Rain Forest fue realmente grandioso.
Ministerio pastoral en la diócesis de Calgary por solo un año
Llamado a varios equipos que se hicieron tan queridos.
Casa en Edmonton donde nací
Trajo 15 años de un regalo que no pude despreciar.
Mi familia se hizo cada vez más querida por mí
Como con las más nuevas, me convertí en Grantie. (Gran tía)

Última reunión con el grupo de oración del viernes por la mañana.
Una carrera en la enseñanza eclosionó para facilitar el proceso con viajes y experiencias en una variedad de lugares en los Estados Unidos y el Canadá.
Facilitación con varias comunidades religiosas y sus membrecías Asociadas; El ministerio de retiros y talleres en el PRC (Centro de Renovación de la Providencia) me enriqueció a través de la investigación en preparación, así como la diversidad de los grupos.
La construcción comunitaria con diversos grupos de personas me llamó cuando vivía sola. La enseñanza del Inglés como Segunda Lengua, en el Centro para Mujeres Inmigrantes Cambiando juntas y el trabajo de investigación acerca del Tráfico de Personas provocó una presencia compasiva en medio de las lágrimas y el aprendizaje al respecto, construyó una comunidad de apoyo única.
Una segunda pelea con Cáncer en medio del entrenamiento para la Dirección Espiritual provocó una escucha contemplativa más profunda, de modo que ser una Directora Espiritual me permitió ser el vaso roto presente para abrazar las ricas historias que otras ofrecieron para su discernimiento.
El ministerio voluntario con JPIC (Justicia, Paz e Integridad de la Creación) y las Reuniones del Oeste, el Reportero Católico y el Centro de Retiro de la Estrella del Norte, convocaron y desafiaron mi pensamiento reflexivo y estratégico.
Estar más cerca de mi familia ha sido un regalo estos últimos 16 años porque bendicieron mi vida a través de su apertura generacional, el amor y la aceptación. Los amigos mayores que han acogido con gracia sus propios viajes de vida en el envejecimiento, han compartido conmigo una riqueza que me guía hacia adelante en mi propio proceso de envejecimiento.
La colaboración que he experimentado tan ricamente al trabajar con otros; huesos rotos y confianza en la ayuda de otros; cada uno me ha enseñado vulnerabilidad, la cual me ha llevado a nuevos horizontes.
No puedo comenzar a describir cuánto valoro todo lo que he aprendido y cuánto valoro los hermosos recuerdos que tengo. Vivir solo me ha llamado a ser más contemplativa y a atesorar las variadas experiencias de la comunidad que he disfrutado. La creación de Dios frente a mí cada día me recordó que debía confiar en que «¡TODO ESTARÁ BIEN!»
Y ahora comienza un nuevo viaje en casa, en nuestra Casa Madre en Kingston, donde nuestras Hermanas, personal y amigos me han recibido calurosamente «en casa». JPIC todavía está en la agenda, y también lo está el ministerio de Dirección Espiritual y Retiro, además de poder estar presente con nuestras Hermanas en estos tiempos cambiantes.
Con gratitud a nuestro Dios Providente por las lecciones de cada día.
