POR VERONICA STIENBURG, ARCHIVISTA
La historia de las Hermanas de la Providencia de San Vicente de Paul a menudo ha sido escrita en base a las misiones, instituciones y ministerios de la congregación. El enfoque ha sido dado en el trabajo de todas en lugar del individuo; pese a ello el todo sería nada sin las mujeres que han servido desde 1861. Los archivos y el departamento de comunicaciones han trabajado arduamente en los últimos meses para traerles un vistazo a las vidas de las mujeres individuales quienes sirvieron como Hermanas de la Providencia. Desde el primer miembro de la congregación que falleció en 1870, a los fallecimientos recientes, estamos en el proceso de poner todos los obituarios de las Hermanas fallecidas en el sitio de la red de la congregación. Más de la mitad de los obituarios están actualmente en el sitio de la red y los que faltan estarán allí esta Navidad.
Sr. Mary of the Sacred Heart (Sarah Byrne)
No hay obituarios típicos. En realidad, en el mundo de la vida consagrada, nos referimos a ellos como necrologías. Estos bosquejos biográficos están escritos usualmente por la Secretaria General de la congregación después del funeral de la Hermana fallecida. Algunos están llenos de anécdotas y son bastante largos acerca de la Hermana en cuestión, algunos otros son cortos y otros se enfocan en enfermedad y el final de la vida. Ustedes encontrarán historias de aventura, piedad, obediencia, domesticidad, dificultad, arduo trabajo y satisfacción.
Aquí ahora algo de lo mucho que ustedes podrán encontrar en los obituarios:
Sarah Byrne, mejor conocida como la Hermana Mary del Sagrado Corazón de Quebec, entró a la congregación en 1864 y “con la visión de volverse una modesta y devota sirviente de los pobres, rompió con los tiernos lasos que la unían a su casa, le dijo adiós a su madre de avanzada edad, renunció a la sociedad de sus amados hermanos y hermanas y vino a Upper Canadá, buscando un santuario donde pudiese ofrecer los afectos más puros de su joven corazón.”
No todos los obituarios son tan floridos, y muchos contienen anécdotas personales. La Hermana Margaret Meraw, conocida como la Hermana Mary Laurena, es recordada por “sus buenas acciones directas. En una ocasión, en Glen Nevis ella donó toda la sopa a la hora de la comida, y en Picton ella consideró a una pareja de viejos ´para que tomasen todo el guajolote que quisieran durante la cena de Navidad.’ En Trenton no sólo alimentó ella a un joven que tocó a la puerta, ¡ella también lo baño!”
Algunos obituarios son muy francos acerca de fallas en la personalidad: “Para cumplir con cada trabajo perfectamente fue (la) jefa y la única meta (de la Hermana Mary Francis de Sales Candon). Para que ellos que no entienden su disposición y significado, la asociación con ella fue a menudo fastidiosa y difícil, pero… a menudo se sorprendían al encontrar debajo de su aspecto oscuro y melancólico, un corazón de oro…”
Sr. Margaret Meraw (Sr. Mary Laurena)
Algunos hablan de las dificultades en cumplir con el ministerio que les fue asignado: La Hermana Mary Philip Murray, al salir del noviciado, “se le dio el cargo de la clase más alta en la escuela parroquial (en Holyoke)… Ella tuvo una clase grande de muchachos mayores. Al principio ella experimentó una gran dificultad, estando totalmente familiarizada con el sistema de educación y los libros de texto que se usaban allí.”
El obituario de la Hermana Mary Aileen Malyea comparte los detalles de una experiencia difícil: La Hermana Mary Francis Clare se enfermó y la Hermana Mary Aileen “fue escogida para acompañar a la enferma Hermana Mary Francis Clare Cannon en el tren del este (desde Moose Jaw) para buscar ayuda para la misteriosa enfermedad…Fue un viaje muy difícil, aunque la tripulación del tren se mostró muy atenta y arreglaron que un sacerdote y a un doctor las encontrara en cada parada principal que el tren hizo. La Hermana Mary Aileen se dio cuenta conforme fueron acercándose a Toronto que su compañera estaba a punto de morir… La Hermana Mary Francis Clare expiró su último aliento conforme el tren entró a la estación en Toronto.”
La Hermana Mary de Lourdes Poulin es un buen ejemplo del voto de obediencia: “Cuando a la edad de setenta y cinco años estaba partiendo de la Casa Madre para tomar el puesto de superiora en la distante misión de Athabasca en el norte de Alberta, la Madre Jean, Superiora General le dijo a ella, ´Sentimos mucho el tener que pedirte que vayas tan lejos´; a lo que ella respondió alegremente, ´Bueno, hice un voto de obediencia´.”
Ustedes pueden echar un vistazo a las vidas de las mujeres que son las Hermanas de la Providencia de San Vicente de Paul visitando www.providence.ca/obituaries
- Por favor nótese: Los obituarios de las Hermanas de la Providencia están a su disposición en Ingles solamente. Ustedes los encontrarán aquí.