La carrera de la Hermana Mónica Whalen de ayudar a estudiantes vulnerables y a aquellos que se encuentran en riesgo

Hermana Monica ayudando a uno de sus estudiantes

POR KRISTA JOHNSTON

Preservar la educación Católica y propiciar la confianza en sí mismos son las principales prioridades de la Hermana Mónica Whalen.

La Hermana Mónica Whalen ha pasado su carrera como educadora ayudando a jóvenes vulnerables y en riesgo a alcanzar su más alto potencial académico.

Desde que ingreso en la Junta Educativa del Distrito Católico del Este de Ontario hace 22 años, ella ha pasado la mayoría de su tiempo trabajando directamente con niños que padecen de problemas emocionales y de conducta, que tienen incapacidades del desarrollo e incapacidades de aprendizaje, ya sea como ayudante educativa o como trabajadora de apoyo al estudiante.

Habiendo pasado un tiempo en ambos, la primaria y la secundaria en Carleton Place, Kemptville, Almonte, Perth, Smiths Falls, Westport y de regreso en Carleton Place, ahora en la Escuela St. Mary’s, la Hermana Mónica ha visto muchos cambios en el sistema educativo, incluyendo el uso de nuevas tecnologías (pizarrones inteligentes en vez de pizarras), la implementación de programas preventivos (para ayudar a niños a construir empatía, superar el luto y aprender a regularse a sí mismos) y nuevos protocolos para la seguridad escolar que incluyen la prevención del abuso a estudiantes, las amenazas y el cierre repentino de la escuela.  

“Hay mucho enfoque ahora en las escuelas sobre la salud mental,” explicó la Hermana Mónica, agregando que ella está involucrada en un programa de la Junta que evalúa a la población estudiantil para identificar a jóvenes que están en riesgo. Las escuelas están entonces a cargo de construir sus propios equipos para la salud mental y con ello tratar de proveer intervenciones que ayuden a estos estudiantes.

“El director de la escuela junto con el equipo de salud trabajan para desarrollar un perfil anual y un programa para aquellos estudiantes que tienen la necesidad de ayuda más alta,” explicó. “Por ejemplo, si sabemos que se sienten aislados, tratamos de pensar de qué manera se puede conectar a ese estudiante con la comunidad escolar para proveerle de un sentido de pertenencia.”

En su papel actual como ayudante educativa en el Programa de Múltiples Excepcionalidades en St. Mary’s, la Hermana Mónica está trabajando junto con un grupo de dieciséis estudiantes de los grados 4 a 6 (de los cuales cinco tienen autismo) con asignaturas tales como lectura, lenguaje y matemáticas, por las mañanas. Posteriormente trabaja con cinco estudiantes de Grado 6 en la tarde quienes necesitan de ayuda adicional con sus clases regulares, como francés, materia que admite nunca llegará a perfeccionar.

“Yo nunca tomé francés en mi vida,” dijo con una sonrisa. “No puedo creer que estoy sentada en una clase de francés ayudando a estos estudiantes que tienen altas necesidades. Pero la maestra y los estudiantes han sido verdaderamente simpáticos,” añadió. “Mi carrera nunca ha sido aburrida.”

Juntas en movimiento de Fe, trabajando para preservar la educación católica

La Hermana Mónica puede ahora oficialmente retirarse ya en enero del 2018, pero dice que terminará el año escolar en Carleton Place. Dice que continuará como voluntaria después de su retiro pero que también trabajará preservando el sistema católico de enseñanza, el cual está en peligro una vez más en Ontario.

En un esfuerzo por hablar en favor de la educación católica, dice que la Asociación de Representantes de Ontario de las Escuelas Católicas está empezando una campaña llamada Juntos en Fe para ayudar a preservar, proteger y proclamar el sistema de educación católico.

“Ha habido pláticas de nuevo acerca de hacer del sistema público y el sistema católico de enseñanza uno solo. La educación católica ya se ha perdido en muchas provincias. Creo que las personas deben de escribir a su representante local del Parlamento,” subrayó. “Los niños ahora carecen de tal conocimiento y experiencia en relación a su propia fe. A menos que existan unas escuelas católicas motivando estudiantes y promoviendo su fe, no la tendremos más. Cuando la discusión de este tema sale a relucir, la Hermana Mónica se enoja ante el pensamiento de perder a las escuelas católicas dada la historia de la educación católica y lo que las congregaciones en el Canadá han trabajado sin descansar para crear. A ella le gustaría motivar a las muchas congregaciones que se están enfocando en su legado para que juntas den voz a esta iniciativa.