Celebrando con alegría: el año de la vida consagrada de la iglesia

En noviembre, la Iglesia Católica abrió el “Año a la vida Consagrada” de 14 meses. Mientras que muchos Cristianos se consideran a sí mismos consagrados a Cristo, el Código de la Ley Canónica de la Iglesia Canónica reserva el término “vida consagrada” para aquellos que han hecho profesión pública de lo que es llamado consejeros evangélicos – pobreza, castidad y obediencia. Como resultado, ustedes quizás escuchen a las Hermanas de la Providencia referirse a ellas mismas como consagradas. A fi n de lanzar el Año, la Congregación para Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, el cuerpo del Vaticano que supervisa las órdenes religiosas y las congregaciones, publicó una carta a las mujeres y hombres consagrados titulada: ¡Regocíjate! Aquí está un extracto de esa carta. La carta incluye numerosas citas y referencias y esas no están incluidas aquí.

Quiero decirles una palabra a ustedes y esta palabra es alegría. Donde sea que las personas consagradas estén, ¡siempre hay alegría! ~Pope Francisco

La vida consagrada es un llamado a encarnar las Buenas Noticias, seguir a Cristo, él crucifi cado y él que resucito, para tomar el modo de vida de “Jesús” y para actuar como la Palabra Encarnada en relación al Padre y en relación a los hermanos y hermanas.” En términos prácticos, es un llamado a seguir su modo de vida, adoptar su actitud interior, permitirse a uno mismo ser invadido por su Espíritu, para absorber su lógica sorprendente y su escala de valores, para compartir en sus riesgos y en sus esperanzas. “Ser guiado por la sencilla pero alegre certeza de aquellos que han sido encontrados, tocados y transformados por la verdad de quién es Cristo, por siempre para ser proclamado.”

El permanecer en Cristo nos permite entender la presencia del Misterio que vive en nosotros y expandir nuestros corazones a una medida del corazón del Hijo de Dios. Aquellos que permanecen en el amor (de Dios), como la rama unida a la vid (Juan 15: 1-8), entran a la intimidad con Cristo y fructifi can. ¡Permanece en Jesús! Esto quiere decir estar unido a él, en él, con él, hablando con él.”

La vida consagrada es de hecho un llamado a seguir a Cristo, y a hacernos como él. Toda la vida de “Jesús” su modo de interactuar con el pobre, sus acciones, su integridad, su simple generosidad diaria, y fi nalmente el darse totalmente a sí mismo a los demás.