Acerca de nosotras

Las Hermanas de la Providencia de San Vicente de Paul son una congregación apostólica de mujeres religiosas consagradas, llamadas a ser canales de la Providencia de Dios en el mundo a través del servicio compasivo y respondiendo a las necesidades de los tiempos. De acuerdo con nuestra Declaración de la Misión, buscamos facultar a otros, especialmente a los pobres y oprimidos, para que alcancen una calidad de vida que preserve su dignidad humana. Nos esforzamos también en ser líderes proféticos en nuestra Iglesia y en la sociedad.

Apoyándose en la Providencia de Dios la cual están llamadas a proclamar, las Hermanas de la Providencia de San Vicente de Paul están dotadas de un carisma de cuidados compasivos para con la gente de Dios, especialmente los más marginados, que se manifiesta a través de servir a otros con un espíritu de humildad, sencillez y caridad. Conforme servimos con compasión y caminamos con esperanza, confiamos en el poder, el movimiento y el misterio de la Providencia en todas las cosas.

Aunque la mayoría de las Hermanas ya no se visten con un hábito, llevan consigo una cruz y un prendedor que las identifica como Hermanas de la Providencia, símbolos de su compromiso.

Carisma

Nosotras, las Hermanas de la Providencia de San Vicente de Paul, estamos dotadas de cuidados compasivos para con el pueblo de Dios, especialmente para con los más vulnerables, en unión con el sufrimiento de Cristo y María, Madre de Dolores, manifestado por un servicio dado con un espíritu de humildad, sencillez y caridad, y confiando en la providencia de Dios que estamos llamadas a proclamar.

– 1981

 

Providencia

La Providencia ha sido conocida tradicionalmente como el cuidado amoroso de Dios hacia todo aquello que El ha creado. A veces, esto es difícil de poder ser apreciado a simple vista debido a la violencia que hoy día prevalece en nuestro mundo; ambas lo que causamos unos a otros y a nuestro planeta- hogar. Aún así, la Providencia se encuentra en ese caos porque la Providencia es ese nombre de Dios que puede asumir estas polaridades conflictivas y movimientos de la vida en una tensión creativa trayendo eventualmente significado y armonía.

Como San Vicente de Paul lo dijese:
«Permítasenos abandonarnos a nosotros mismos en la Providencia de Dios y tengamos mucho cuidado de no huir de ella.» (Documentos, vol.2, p.453)